DESARROLLO DE LA INVESTIGACIÓN:

Comenzamos la investigación sobre el terreno, entrevistándonos con el joven que conducía el ciclomotor contrario y resultó gravemente herido. En presencia de su madre, tomadora de la poliza, nos relata una versión dubitativa y poco creíble, con lagunas y contradicciones en los hechos que rodean el siniestro, aunque con la versión de la mecánica y la culpabilidad perfectamente clara. En este mismo encuentro, tenemos la oportunidad de realizar la inspección ocular del ciclomotor que conducía, que, para nuestra sorpresa, no presenta el más mínimo daño que pudiera atribuirse a un siniestro de estas características. Cuestionados por ello, nos indican que no había sido reparado, y nos señalan algunos arañazos y daños de uso, como provocados por el acciente.

A partir de aquí, ya tenemos claro que el accidente, tal como lo han declarado al menos, es falso, y que el ciclomotor contrario, que supuestamente conducía el lesionado, no había sufrido ese siniestro.

Además, en el relato de las circunstancias, nos indican que una persona asiste y traslada al lesionado al centro de salud; aunque en principio no quieren facilitar el número de contacto, finalmente nos enseñan un documento de primera asistencia sanitaria donde figura su teléfono, Examinando este documento, que no había sido aportado a la compañía, descubrimos que el médico indica, como causa del accidente, la caída fortuita del conductor del ciclomotor al tomar una curva. Con esta nueva información crucial, y la falta de daños materiales, vamos dando cuerpo a nuestra hipótesis de trabajo.

A continuación, siguiendo el guión establecido, nos entrevistamos con el joven conductor del vehículo asegurado, también en presencia de sus padres, que en todo momento dirigen la conversación. Cuestionados por las circunstancias en que se completa la declaración amistosa, nos describan una reunión en la que las dos familias parecen llegar a un acuerdo sobre la responsabilidad del mismo. Al preguntarles por qué admiten la culpabilidad directamente, cuando lo que describen es un alcance trasero del vehículo contrario, que circulaba a excesiva velocidad, muestran confusión, y no exponen argumento alguno convincente. Recogida la versión del conductor asegurado, que presenta incongruencias, lagunas, y contradicciones con la del joven lesionado, aunque coincide perfectamente en la versión de la colisión del vehículo contrario, en la rueda trasera del asegurado, y la caída de ambos vehículos, les pedimos que nos enseñen el ciclomotor. En este caso, podemos ver que presenta los desperfectos típicos de un percance como el descrito, con rotura de carcasa, daños de arrastre, pérdida o deterioro de elementos sobresalientes, etc. 

Para nosotros, las piezas empiezan a encajar, y ya concretamos nuestra hipótesis de trabajo: el único ciclomotor accidentado es el asegurado, probablemente conducido por el lesionado. El hecho de que el conductor asegurado no presente ningún daño, y su confuso relato de los momentos posteriores, la retirada de las motos, la asistencia al lesionado, etc., nos lleva a creer que no se encontraba allí. 

Ante la falta de colaboración de la parte asegurada que, a pesar de las evidencias que les planteamos, se niegan a cambiar su versión de los hechos, y reconocer la verdad de lo sucedido, nos disponemos a localizar testigos del accidente. Con facilidad contactamos con la persona que traslada al lesionado al centro de salud, que curiosamente ya había sido avisada por la madre del lesionado para advertirle de nuestra visita. A pesar de ello, nos indica con claridad que en el lugar solo se encontraba un ciclomotor, junto a su conductor, un joven que llevó al centro de salud con un fuerte golpe en la cabeza, y que no usaba casco. Nos señala que otras personas llegaron antes, y socorrieron al lesionado, sin que puede indicarnos de quien se trataba, aunque supone que eran vecinos.

Comenzamos entonces a visitar, puerta por puerta, los domicilios de las calles adyacentes al lugar del accidente. La fecha en que se produce, en el mes de agosto, dificulta la localización de personas que sepan del siniestro. Finalmente, la constancia da su fruto, y encontramos a los vecinos que fueron testigos directos del accidente. Su versión es totalmente clara y corrobora nuestra hipótesis: el joven conductor cae fortuitamente al tomar una curva, probablemente a excesiva velocidad, sin que participe ningún otro vehículo, ni se encuetre acompañado de ninguna otra persona.

Verificada la cuestión central de la investigación, pasamos a atar algunos cabos sueltos, relacionados con las circunstancias que rodean al accidente, así podemos saber que el lesionado, que se había trasladado a la localidad del asegurado en su propío ciclomotor, circulaba en aquel momento en el vehículo de su amigo y se dirigía a casa de éste. Tras el accidente, el asegurado recoge su moto y la mete en casa, mientras otro amigo traslada la del lesionado a casa del mismo. Podemos deducir estas cuestiones del análisis meticuloso de las declaraciones de los jóvenes, y de sus contradicciones en estos elementos secundarios al accidente, además de la entrevistas con otros testigos, jóvenes amigos de los implicados, que aporta el propio asegurado para reforzar su versión, aunque consigue el efecto radicalmente contrario.